domingo, 1 de mayo de 2011

LA PAREJA UNIVERSAL (texto en construcción, se admiten sugerencias)

Salen siempre juntos, a la vez, con los pasos coordinados

y sus ojos tejen cuerdas para no caerse.

Caminan como si fueran los únicos que importan, el uno con el otro.

Y al llegar un día, se aburren e invitan a gente, amiga o amiga le dicen.

Porque se han percatado que sólo salen con otras parejas, quienes son como ellos.

Eternamente lo mismo. Por eso se aburren y exige improvisar.

A la estrella de la noche, a la invitada, le van a joder la vida sin guión.

Al servicio de esto está el inconsciente exterminador de la Europa occidental.

Van a intentar divertirse aburriéndole hasta acabar con ella, hasta quitarle su vida, su libertad.

Porque creen, y le demuestran con empeño, que vale uno menos.

Aunque su vida individual es mucho más rica y refrescante que sus ritos repetitivos.

Más imprevista que la de la pareja uni-versal, tradicional.

Su vida es suya, de nadie más. Tiene la libertad de amar hasta el final.

Convencer con chantaje, hacer ver que le quieren, expresar, llegado el momento, hasta la necesidad de su presencia. Ese es su plan.

Tienen que someterle a régimen de semi-libertad, porque está de moda o, porque también es democrático. ¡Hay que participar!

Ha de tomar nota de que se aman, recordar sus lengüetazos sin pudor hasta la eternidad de su amor, dar fe del alejamiento que les separa del resto de la humanidad.

¡Que condena la suya! Registrando a cada instante los intercambios salivares.

Pedir, por favor, que traigan la cuenta mientras se abrazan.

Pasear con dos sujetos de una sola voluntad.

Vivir el amor de los otros, como castigo por su individualidad.

Parece que, si no hay testigos, la pareja uni-versal no existe en esta puta sociedad.

En cualquier evento del que forme parte, se va a aburrir.

Cuando se le ocurra una idea divertida, se la robarán y, si es muy divertida, se la anularán porque son mayoría.

Esto democracia. Y así la ejercen.

Le preguntaron su opinión antes de invalidarla.

Cuando le llegue el momento, lógico, natural, social, elemental, físico y estelar de conocer a gente nueva, se lo impedirán.

Tiene que elegir, o ellos, o su vida.

Siempre escoje su vida, incluso cuando les elige a ellos por piedad.

Que vida más triste la de la pareja universal.

Amarse hasta convertirse en verdadero peligro social.

Pero tampoco nos engañemos porque la estrella de la noche no es tan gilipollas.

Como el saber popular, cambia de pareja hasta, un buen día, encontrar parejas que no exterminan a la sociedad.

Que rompen la pareja para ser libres y vuelven a ella sólo para amar.

Sin cambiar de costumbres, siguen practicando su misma vida social.

Necesitan, conocen gente nueva, amigos de verdad.

Suman experiencias nuevas, con seres humanos detrás.

Quienes rompen con esa vida tedia y coñazo de la foto matrimonial.

Es más fácil salir libres del encuentro, divertirse, como uno más, sin disgustar.

Claro que esto lleva su tiempo, y sus horas de pensar, para aquellos que, al volver del trabajo, se conforman con observar la vida de los demás.

Y cada cuatro años, participan y van a votar.

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