martes, 18 de agosto de 2009

Marian, la fuerza de la sencillez

Ni siquiera el nombre que tenía se correspondía con el de la ciudad a la que había llegado.
Me di cuenta desde el instante en que lo vi o, mejor dicho, desde que me vio, que sus ojos siempre habían estado perforando a las personas, los objetos y, sobre todo, a mí, a tí, y a todos nosotros. Cuando te miraba, sentías como si te estuvieran absorbiendo el aura por una pequeña canalización construida expresamente para ello, para absorber almas, llevaran estas corazón incluido o no. Una vez desposeído, quedabas a sus órdenes hasta que quisiera devolverte la libertades, o mirar hacia otro lado.
Su boca no tenía ese poder de absorción ni de sometimiento dulce que tenía su mirada, sin embargo su pequeña talla impedía que fuese sobre utilizada, y así era. Las palabras que salían por esa estrecha separación bordeada de unos delgaditos labios, parecían haber encontrado un porte adecuado en aquel húmedo molde. Nunca una palabra fue desmesurada. Su voz hacía una dulce melodía de palabras justas. Y cuando su mirada actuaba al unísono con la estrecha consonancia de palabras biensonantes yo, sin alma, tenía la paradójica sensación de poder tomar el camino inverso y provocar que sus labios se movieran al ritmo espasmódico que conlleva la pasión. Aunque sus ojos siguieran teniendo en su poder mi alma y yo estuviese aún más poseído que al conocerle. El poder de seducción de Marian era incontrolable quizás, hasta para él mismo. Su humildad le había impedido estar perdiendo el tiempo mirándose en los espejos. Menos mal, o encima, el chico era humilde.

lunes, 3 de agosto de 2009

después

todo este tiempo esperando,
llegas y te vas.
los traspasos de sueños
nunca salen bien.
la sencillez de tus ojos
engatusó al prestamista
y al irte así,
sólo le quedó la ausencia,
y de nuevo más sueños.
Aunque acabarán traspasándose
de unos a otros,
porque los sueños irrealizables
van y vienen,
y los tuyos aunque cortos
e incansables,
llevan esta ruta marcada,
alas y cuerpos flotantes