Reducido a cuatro puntos
y sus alas recortadas con mal gusto
limitado a vender su cuerpo
para ser feliz.
Se despierta con pasión
y se duerme entre sollozos,
sólo puede aguantar
nada más,
y resistir, aguantando.
Cabe esperar la sorpresa,
las que le mantienen en vida,
solo que, muchas veces, son dosificadas en cuentagotas,
bajo el poder de un farmacéutico irreverente, fascista y cruel.
Pero en los sueños las alas se despliegan,
siempre lo hacen,
y consigue llegar volando a un mundo mejor,
ese mundo que debería estar al alcance de todos los que allí quieran llegar
los que resisten,
y los que aguantan.
A los que todavía les sangra la injusticia.
domingo, 18 de abril de 2010
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