domingo, 12 de octubre de 2008

debieron dejarnos pensar nuestro futuro o ¡vaya mierda de democracia!

Las palabras de Orham Pamuk en Babelia, me han echo plantearme muchas cosas. Dice, o dijo más bien, que a veces pensaba que en el último siglo la literatura modernista y optimista, sean tanto republicanista, ilustrada y laica como socialista igualitaria, ha perdido de vista el espíritu de los que ocurría en las calles de Estambul y en sus propias casas por tener la mirada demasiado puesta en el futuro [1]. Si esto fuera sólo cierto para Turquía tendríamos que celebrarlo. Pero mucho me temo que no es así. Y, esta afirmación, nos llevaría a plantearnos por qué determinadas ideologías -¿y cuando esto ocurre?- tienen la mirada tan puesta en el futuro que les impide comprender la realidad.

Para el caso español, durante la Transición, podríamos hacerle esta pregunta o preguntársela a los que la hicieron, la transición, no la pregunta. ¿En qué futuro estaban pensando? ¿En el que tenemos ahora? Socialistas igualitarios, republicanos, ilustrados, laicos, etc. que pactaron y legitimaron con el franquismo lo que estaban haciendo. Y, más aún, le dieron categoría de constitución política, nada menos.

Analizar esto daría para un ensayo, quizás en él, no sólo analizaremos eso sino la idea humana de prevalecer el futuro imaginado sobre el presente vivido. El cristianismo tendrá mucha culpa de este tipo de engranajes mentales, con eso de pensar en un más allá paradisiaco. También los cruzados medievales, los libertadores, misioneros y civilizadores, también llamados conquistadores -en función de quién y desde dónde habla- de la época moderna posterior a los reyes nada menos que católicos. Los que se llevarían la palma, serían esos fervores ingenieriles de principios del siglo pasado situados en un progreso casi fantástico o futurista. Casualidad que durante este primer tercio se desarrolló vivamente este tipo de literatura del más allá.

Pero quisiera entrar a discutir en lo que a mí me preocupa, y que desgraciadamente no me ocupa -gracias a ¡hijos de puta! de Alviras y familia-, esos sueños y futuros imaginados y buscados de la sociedad -toda- del Franquismo y de la Transición, y en la obligada herencia que esa generación que es la de nuestras madres y padres nos han inculcado, educado, sentimentalizado pero apenas explicado. Analizar esos futuros y la no realización de muchos de ellos, casi claudicados antes de poderlos poner en práctica, nos daría muchas clave para comprender los problemas de mi generación. Una generación que apenas tiene nada. Por no tener, no tiene ni futuro desde los años noventa. Mientras que los que tuvieron fueron, precisamente, nuestros mama-papas, o muchos de ellos. No tenemos casa, no tenemos trabajo fijo, no tenemos vacaciones, no tenemos contrato, no tenemos derecho a quedarnos en el sitio que elijamos -estamos condenados a errar de aquí para allá en busca del lugar que nos permita mantener el nivel de vida y no perderlo, y digo mantener y no aumentar-, tampoco tenemos relaciones estables, los mismos vecinos, los mismos amigos, los mismos conciudadanos, etc -y esto, afortunadamente, claro que tiene aspectos positivos, muy positivos-. Todo cambia sin que podamos elegirlo. Este es el problema, y no los hechos en sí. Pero lo peor no es esto que he descrito, sino que no tenemos la capacidad de imaginar y llevar nuestros sueños a la práctica. Los mayores que se decían socialistas, sindicalistas, laicos, republicanos, modernos, yeyés, etc. nos han impuesto la suya. Y, aunque vemos que no han conseguido ni la mitad -por no decir que ¡valla mierda treinta años de democracia para esto!-, seguimos viviendo de rentas.

Así las cosas, algunos nos vamos, y los que se quedan, se consuelan consumiendo.

PD: por eso se empeñan tanto en justificar lo que hicieron los transiprogres, que si libros, seriales televisivos, documentales, homenajes, discos recopilatorios, etc. etc. etc. Todo con un fin, no dejarnos soñar nuestro futuro, no dejar que levantamos la voz y gritarles a la cara ¡que vaya mierda de democracia!... que si esto es todo lo que son capaces de hacer, que nos dejen a nosotros, por favor (y digo esto en momentos donde se inyecta pasta gansa a bancos de manera injustamente proporcional a la que se están despidiendo personas que trabajan para sobrevivir).

[1] Orham PAMUK, "La memoria de Pamuj, Babelia (Suplemento literario de El País), nº 881, 11 octubre 2008, p.5

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